6 de septiembre de 2010

Lo políticamente correcto

León Trahtemberg escribió hace poco en su artículo “Censura en los textos escolares”, que en los libros norteamericanos para escolares hay una serie de omisiones lingüísticas en previsión de posibles conflictos con grupos diversos (las feministas, los negros, los judíos, los vendedores, los pacientes de tal o cual enfermedad, etc.). El caso es tal que se recurre a exagerados eufemismos  como  “agente de ventas” en lugar de vendedor,  “individuo con alcoholismo” en lugar de decir alcohólico, o “persona de mayor edad” por no decir anciano. 
¿Qué pasó? Que ahora es más importante que algo sea políticamente correcto a que sea cierto, claro y concreto.

Realmente me parece que se está perdiendo la dirección en el maravilloso y  pluscuamperfecto país del norte. Como decían las abuelas: la leche clara y el chocolate espeso. No sé cuánto tiempo, esfuerzo y horas hombre haya tomado lograr que existan tantas consideraciones al momento de planificar y redactar los textos educativos, pero de hecho debió usarse ese capital humano para temas más de fondo. Si seguimos en ese sendero de estupidización lo siguiente va a ser que a grandes ladrones se les llame “especialista en la sustracción de la propiedad privada” y  a asesinos en serie “eliminadores voluntarios ad honorem”.
Coincido con  Trahtemberg  en que es ridículo que existan tanta especificaciones y eufemismos, que no tendrían por qué considerarse controversiales, si se cuida que el contexto sea el correcto, pues con ello están “eliminando temas que tendrían gran interés para los futuros ciudadanos”.  Y pensando en ello  me pregunto si será un error o una gran movida política de quienes quieren eludir ciertos temas y que “sin querer queriendo”  queden en el pasado sin memoria. No lo sé…
Haciendo un ejercicio de imaginación desbordada pienso: ¿y si trajéramos esa situación al Perú? Pues de seguro habría algunos interesados en que no se hable de “matanzas”, porque la palabra es hiriente y exacerba el odio, y  por lo tanto se borre toda mención a Barios Altos y La Cantuta. O que se perciba “insultante” hablar de los delitos prescritos de nuestro Presidente, y por lo tanto no se hable más del tema (aunque haya tinta por containers sobre el asunto). A ese paso hasta Vladimiro Montesinos reclamaría que se le sindique como “corruptor” y debería figurar como “Asesor con habilidades especiales”  y a la famosa Sussy Díaz debería registrársela como “congresista innovadora en asuntos de publicidad”. El mundo al revés.
En el citado artículo se indica una relación de temas espinosos que deben evitarse como “conflictos con la autoridad, personas controversiales, crímenes, emborracharse, gente que fuma o se droga,  alimentos que engordan o chatarra”. ¿Qué? ¿Acaso eso no conforma la realidad cotidiana en la que se desenvuelve la sociedad? ¿Se trata del mismo planeta o me mudé y no me di cuenta?  Para Trahtemberg  “la derecha aspira a recuperar el sentido de la familia ideal feliz del pasado, en la que no hay divorcios ni conflictos, y que va semanalmente a la  iglesia”, mientras “la izquierda es militantemente feminista, secular, liberal  y busca el igualitarismo en las relaciones sociales, sin jerarquías ni alusiones a grupo dominante alguno”.  Es cierto que la educación es una de las más poderosas influencias en una sociedad y debe ser cuidada profundamente, pero este enfoque arbitrario y artificial no puede conducir a nada bueno.
Lo preocupante no es sólo el daño que le hará a su sociedad sino que, más tarde o más temprano nuestros países terminarán  importando el modelo gringo como hacemos siempre (sobre todo con modelos que no funcionan). No falla.

2 comentarios:

  1. a mi hulmilde opinion.. creo q en lugar de ponerse a gastar tiempo y etc..en ver la forma bonita y menos "dañina"de escribir las cosas... deberian preocuparse porq no vuelvan a pasar... gastarian menos tiempo...

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  2. Totalmente de acuerdo. Es un absurdo que nos preocupemos en exceso por el envoltorio cuando el contenido se está descuidando.
    Y en el caso de la educación de la niñez y la juventud, no es un contenido cualquiera.

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