8 de julio de 2013

La felicidad... al alcance de la mano

En un artículo publicado hace poco en la red (http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2013/05/130502_economia_dinero_felicidad_finde.shtml)  bajo el título de “Comprobado: el dinero no compra la felicidad”, su autor, Tom Stafford, columnista de BBC Future, comparte información sobre unos experimentos realizados en una escuela de negocios norteamericana de los que concluye que la motivación es importante al momento en que las personas deciden si ir por el camino corto o el largo, y dedicar mucho o menos esfuerzo a alcanzar sus objetivos, pues quedaría demostrado, según estos estudios, que el dinero o la ganancia material no es tan importante para mucha gente en contraposición al beneficio de la satisfacción o “sensación de felicidad” que pueda reportar. La verdad, no me parece un gran descubrimiento.

Mucha gente apuesta por lo vivencial más que por lo material en todas partes, aunque, es claro, también están los que hacen lo contrario. Hace poco mi cuñado me contó como su hija, joven profesional, había recibido la oferta de duplicar su salario y obtener muchas otras compensaciones económicas si se quedaba en la empresa en la que trabajaba, y aún así se había ido a uno en el que gana menos (sin la duplicación ni nada adicional) pero en el que aprende mucho y se siente feliz y motivada. Eso no es un caso raro, porque, como dijo el actor Michael Caine alguna vez: “uno nunca debe preocuparse por el dinero… a menos que no lo tenga”.
¡Bingo! Ese es el punto. No es lo mismo escoger cuando se tienen deudas (y las angustias sinfin que traen consigo), cuando no se cubren las necesidades básicas, cuando las expectativas son primarias, que hacerlo con esos niveles de la escala de Maslow satisfechos. Sin embargo, hay algo que sí es cierto: todo comienza con la actitud.
Según un estudio de la prestigiosa Gallup realizado en 148 países (http://cnnespanol.cnn.com/2012/12/23/los-paises-mas-felices-y-menos-felices-del-mundo/) la población de Singapur, con un alto consumo per cápita y un alto PBI, resultó confesarse como la más infeliz del mundo (más que la de Irak, Haití, Afganistán y Siria) en 2012, reportando menos “sentimientos positivos” que países como Tailandia, Filipinas o Trinidad y Tobago.
Según Stafford, ni siquiera el ganarse la Lotería garantiza aumentar el nivel de felicidad, pues en un estudio realizado se evidenció que en muchos casos los ganadores de la lotería se acostumbran a su nuevo nivel de riqueza y sencillamente se adaptan a un nivel básico de felicidad, mejor dicho, ya ese bienestar material no parece relevante y comienzan a desear más, ya que en lugar de pensar en lo mucho que han mejorado, comienzan a mirar lo que podrían tener aún (se orientan hacia los que tienen más) y la “infelicidad” comienza de nuevo.
Veremos que la cosa es sencilla: el tema económico (una vez que las necesidades básicas están cubiertas) no es el punto, sino el tener objetivos en la vida más allá de la adquisición de cosas: hacer, ser y compartir, parecen ser las palabras mágicas. Ilusiónese, sueñe, comparta, sea generoso, sonría, sea humilde y aprenda, y los momentos agradables le irán señalando el camino a la felicidad.
Les dejo un video que puede ser el resumen de lo dicho.

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