La idea es cortita, recibida de fuente directa, y la comparto porque es sólo la punta de un iceberg tan grande que el que hundió al Titanic es un bebé de pecho, y de seguro debe haber sido la piedra en el zapato para más de uno. Dicen que la Simplificación Administrativa está en marcha, lo que a veces uno se pregunta es "marcha hacia dónde".
Bueno, el caso es que usted ha decidido formar una empresa. Fabuloso, el Perú es el país de los emprendedores, no hay nada mejor que el negocio propio, bla, bla, bla. ¿Cierto? Muy bien, entonces va usted a Registros Públicos (Sunarp) para realizar la búsqueda y reserva del nombre, y luego acude a una Notaría para realizar el trámite respectivo a la constitución de la empresa o persona jurídica. Una vez que ha cumplido con los requisitos que le piden (fotocopias, formatos, firmas y cuanto hay).
Luego de unos días le entregan su Minuta y le indican que como el capital de la empresa incluye un monto en efectivo, debe abrir una cuenta a nombre de la empresa en un Banco o institución del sistema financiero, realizar el depósito y regresar con la constancia del mismo para que la Minuta se pueda convertir en Escritura Pública y usted pueda seguir el periplo en Sunarp, para registrar al empresa, y luego en Sunat, para que le otorguen un número de RUC (Registro Único de Contribuyente) indispensable para todos los trámites y gestiones de su empresa, de ahí en adelante.
-Nada más que la Minuta, señor, y seguro fotocopia de su DNI.
Entonces usted se va feliz al banco de su preferencia, Minuta bajo el brazo y fotocopias por docena que sacó por precaución, tarareando que la vida es hermosa y que ya a su trámite le falta poco y usted está a un paso de ser empresario con las formalidades que la ley impone, porque a usted le gusta hacer todo por la vía legal como Dios manda.
Llega al Banco. Hace su "colita" (sin "cola" no hay nada en este país) y cuando le toca ser atendido dice:
-Señorita, estoy constituyendo una empresa, tenga usted la Minuta que me han dado en la Notaría, aquí están los DNI y tengo a la mano el dinero para efectuar el depósito.
Entonces, con una sonrisa piadosa, la señorita en cuestión le dice:
-Mire usted, no podemos abrir una cuenta a nombre de su empresa porque usted no tiene aún el RUC y eso es requisito indispensable.
En ese momento, usted, que ya aprendió algo de todo este rollo de trámites, y piensa que la empleada de seguro es nueva y no conoce el tema, le dice:
-Señorita, le explico, una vez que yo lleve la constancia de que ya tengo la cuenta bancaria y he realizado el depósito, recién me dan la Escritura en la Notaría, luego esa escritura debo inscribirla en Registros Públicos, y recién entonces puedo ir a la Sunat para sacar el RUC. No puedo traerle el RUC para abrir la cuenta, porque sin la cuenta jamás podré sacar el RUC.
-Señor, yo le entiendo, pero.... (aquí viene toda una historia de porqué los Bancos solicitan el RUC para poder recibir el dinero, muy lógica y con sentido). Lo siento pero... (aquí menea la cabeza con cierta coquetería en un intento de que usted entienda que no importa que país esté al revés, ella no puede hacer nada).
Entonces, luego de recuperarse de la estrellada contra la realidad peruana que acaba de sufrir, usted recapacita, cae en la cuenta de que no le queda otra opción que salirse de la formalidad y rezar en cuatro idiomas para ver en qué institución del sistema financiero encuentra un amigo que se apiade de usted y acepte hacer una carambola a los procedimientos internos que le ayude con parte del trámite bancario, justo el mínimo necesario para que pueda seguir con los que faltan y luego regrese a regularizar el tema.
Como Dios es peruano, usted pasa mentalmente lista a sus contactos, hace algunas llamadas y finalmente, luego de algunas horas y muchos ruegos, encuentra a un buen amigo (por eso es importante cuidar a sus amistades!) logra superar el bache, realizar el pago, y con sus documentos bajo el brazo, a los que se aferra como si fueran una tabla de salvación, llega al día siguiente a la Notaría.
Cuando sale a atenderlo la persona que lo envió al Banco, le recibe el voucher con el comprobante del depósito, abre los ojos con sorpresa, lo mira nuevamente y le dice, moviendo la cabeza mientras esboza una sutil sonrisa de incredulidad:
-Ah... Sí abrió la cuenta...
Usted, que no quiere hincharse más el hígado y tiene miedo de perder el poco autocontrol que le queda y recuerda que le faltan muchas gestiones más, sonríe con desgano, y le contesta:
-Sí, señorita, sí pude.
Entradas anteriores:
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