Mi sobrina acaba de visitar por primera vez el viejo continente y me contaba al respecto, ya que yo aún no cruzo el charco. De más está decir que quedó impresionada con los incontables tópicos culturales que vio o visitó, especialmente en París, Venecia y Valencia, hermosas ciudades que recorrió con gusto y placer. Sin embargo, cuando me comentaba sobre su visita al Museo del Louvre y la archiconocida Gioconda (o Monalisa, que resultó ser un pequeño lienzo no mayor a los 77 x 55 cms visitado por más de 5 millones de personas anualmente) me comentó que pese a los frecuentes avisos en que se pide no tomar fotos con flash, mucha gente hace caso omiso de la advertencia y dispara a diestra y siniestra su lucecita para que la foto salga bonita, aunque eso vaya deteriorando la pintura de forma acelerada e irremediable.
Entonces le pregunté si se trataba de algún “tipo” de persona en particular y me respondió que no, que todos, jóvenes y viejos, europeos la gran mayoría pero también latinos, en general… TODOS. Luego de contarme sobre más de un caso caí en la cuenta de que yo creía que los únicos ignorantes que hacíamos barbaridades como esas por falta de “cultura” éramos los sudamericanos, y resulta que no es así: incultos hay en todas partes. De más está decir que me sentí extremadamente prejuiciosa y contra mi propia gente, además, pero como dicen por ahí, así pasa cuando sucede.
Entonces me dediqué a visitar un poco las redes para ver qué más había sobre el tema y encontré un sitio web sobre fotografía digital (www.xatakafoto.com) que tocó el tema y la conclusión a la que llegó el autor de la nota era que quienes así obraban, era porque sabiendo que están haciendo mal son personas "inútiles" para desconectar el flash. Su otra opción es que son seres ignorantes que no se fijan en la razón que existe detrás de toda norma. De hecho ese comentario se basaba en una experiencia en el Oceanográfico de Valencia, y mi sobrina, que estuvo por allá también, pudo constatarlo in situ, ya que vio cómo mucha gente ignora olímpicamente y en siete idiomas los cartelitos de No Flash, colocados para proteger a la fauna marina, ya que la luz de estos dispositivos lesiona la visión de los peces que no tienen párpados que los protejan y están habituados a vivir en la profundidad del mar… donde hay muy poca o ninguna luz (y nadie usa flashes!!).
Sin embargo, creo que el tema va mucho más allá. Me parece que superando el aspecto de la tecnología hay un sustrato de cultura en lo que se refiere al respeto, valor que parece algo de extraterrestes hoy en día. El caso es que a mucha gente, que no dedica mucho tiempo a la reflexión ni a la lectura, supongo yo, le parecerá que un cuadro no requiere mucho “respeto” pues no es una persona, sin ponerse a pensar que el respeto no es al lienzo en sí sino al derecho que tienen, o tendrán en el futuro, sus nietos (y los míos) a visitar esa obra de arte igual como lo hacen ellos hoy en día, pero que verán recortados su derecho si no actuamos HOY de forma responsable. Y no se trata de un flash, sino de los millones de flashes de los millones de turistas anuales.
Finalmente, estamos hablando del concepto de SOSTENIBILIDAD, que el muy conocido Informe Brundtland establece como la capacidad de “satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las del futuro para atender esas mismas necesidades”. Ese es el punto. No jorobar el derecho del que está por venir, pero que cuenta tanto como el del que ya está aquí.
La nuestra es una generación egoísta que no mira hacia adelante. Si sus hijos o nietos en el futuro ya no tienen el parque, la pintura en el museo, los peces en el acuario… no parece importarle. Es una generación que busca la satisfacción inmediata, el hedonismo como bien supremo y la competitividad descarnada en la que todo vale lo es todo. Ganar. Salir con tu gusto y lograr la foto bonita. No hay más. Si los peces se quedan ciegos les importa muy poco (tal vez pensará que nadie en su familia tiene agallas, y estoy segura de que es así, como de seguro tampoco han de tener cerebro).
Qué tristeza. Una profunda tristeza por la Gioconda que pierde sus colores cada día (y como ella pinturas maravillosas en todos los museos del mundo que sufren lo mismo), por los peces agredidos en su encierro por turistas sin visión, pero sobre todo por la humanidad que no mira ni al costado ni adelante y sin darse cuenta va retrocediendo mientras cree, feliz, que avanza tomando fotos prohibidas con cámaras digitales último modelo.
Mientras no aprendamos que tenemos que reducir nuestro consumo energético, que debemos reciclar tanto como sea viable, que no podemos depredar impunemente, que debemos respetar las normas ecológicas y que la sostenibilidad no es una moda empresarial sino un compromiso de todos, por más que aumente el PBI y enviemos misiones espaciales a todos los confines de la galaxia, estaremos, como el cangrejo, caminando para atrás.
de q habla ???
ResponderEliminarno tengo ganas de leer esto y jamas la tendree
Debo confesar que es la primera vez que veo el comentario de quien... no tiene intención de leer el texto... al que se refiere su comentario!
ResponderEliminarLo único que me queda decir es: sin comentarios.
hay yono se me da igual no tiene nd de interesante
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