En mi caso estoy en esas, pues después de haber pasado por la juventud en la que todo se orienta al disfrute del hoy sin mirar mucho más allá y donde, aún con las responsabilidades de un trabajo o una familia tu visión de futuro suele llegar cuando mucho a las vacaciones de ese año o cómo harás con los regalos en Navidad, pasados los 40 la cosa va cambiando y comienzas a pensar que llegará un día en que tu cuerpo no sea el mismo y te mueres de miedo de estar como esos viejos achacosos que todo los duele y son un fastidio para ellos y para los demás. Si te pones a pensar en ello, palabras tan sencillas como colesterol, triglicéridos, azúcar o Alzheimmer resultan más terrorícas que Jason un Viernes 13 o Freddy Kruger en una Pesadilla en Elm Street.
Entonces comienzas a pensar en el futuro, en cómo será tu vida en 20 ó 30 años. Semejante mirada al mañana no te la habías pensado ni con bola de cristal, pero es así, y creo que nos pasa a todos, más tarde o temprano (y si a ti, que estás leyendo, no te pasa debe ser porque aún anda por los 25-35 o porque estás loco de remate y terminarás aquejado de todos los males y las 7 plagas de Egipto por desinteresado).
En fin, el caso es que nos levantamos un día y nos damos cuenta de que, si tenemos suerte, llegaremos a los 50 y luego a los 60 (y mejor no seguimos la cuenta) pero que cuando ese tiempo llegue ¿qué vamos a hacer?
Pensamos entonces en los nietos, la vida ya casi resuelta, que ya no tendremos que trabajar (jajajajajajaja, sé que para mucho eso es una broma cruel o de mal gusto pero no me puedo resistir a la idea, por lo ingenua, disculpen). Bueno, con o sin trabajo (o laburo, como dicen los argentinos), el único envase que tiene nuestro producto es que el traemos encima, o como dice Serrat, "uno siempre es lo que es y anda siempre con lo puesto... Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio". Entonces, comenzamos a averiguar qué es bueno contra el colesterol y cómo mantener las neuronas en mejor estado, de qué manera evitamos el cáncer y cómo sacarle la vuelta los problemas de articulaciones para poder gozar caminando por la playa y no ser como las abuelitas a las que llevan cargaditas y las depositan en la arena para que miren cómo se divierten los demás, como si fueran un florero o en el mejor de los casos, un pasivo observador. También hay que fortalecer el corazón y correr en dirección contraria a la glucosa, que si te agarrra desprevenido que da un zarpazo peor que el de un tigre de bengala, y te puede dejar desde ciego hasta mutilado.
No, que la cosa es seria, sin embargo no todo el mundo decide hacer los cambios necesarios, pues el peso de la costumbre tiene lo suyo y los hábitos de esta vida moderna (con su consumismo asesino y brutal donde lo importante es cuánto venden las grandes multinacionales y no cómo nos quedamos todos de enfermos y desgraciados) nos tienen amarrados como los buenos amantes, lo triste es que lo pasamos muy bien hasta el día aciago en que nos dejan abandonados y cuando volteamos a ver ya no tenemos opción a nada porque ya se pasó el último tren.Entonces es tarde para dar marcha atrás, y el cuerpo jamás perdona ni deja de enviarte la factura.
Creo que la estética me interesa como a todos, pero sinceramente pienso que lo más importante es tener una calidad de vida que pasados los 50 no se degrade de forma acelerada impidiéndonos gozar de la vida justo cuando dejamos atrás las angustias y el empujar todo cuesta arriba y cuando por fin tendremos más tiempo para compartir y disfrutar. Si bien el deterioro celular es imparable y la vejez es parte de la vida que hay que aceptar con dignidad y madurez, nuestro cuerpecito gitano todavía puede darnos muchas satisfacciones si lo tratamos bien y con el cariño que se merece.
Por mi parte, estoy entablando una amistad duradera con la avena y el salvado, entre otros granos, me voy alejando de las vacas y el resto de carnes (la verdad ya las veo poco y más espaciado), busco alimentos de colores, como verduras y frutas y trato de realizar un ejercicio regular 6 de los siete días de la semana. Tal vez nada de eso sirva de mucho porque me lleve de encuentro un bus al salir mañana de mi casa (todo es posible) pero, de no ser así, Dios mediante estaré al menos haciendo lo posible por estar en condiciones de seguir gozando esta vida, que buena o mala es la única que conocemos por el momento, y que el Señor nos ha dado para disfrutarla.
Para rematar ese soliloquio, incluiré una visión algo distinta, compartiendo con ustedes algunos versos de una hermosa canción de Serrat: "Llegar a viejo", que data de aproximadamente de fines de los 80. Si quieres escuchar la canción te dejo el video, de cuando, dicho sea de paso, Joan Manuel estaba tan joven que da nostalgia, en el siguiente enlace: http://www.youtube.com/watch?v=d0GzbXLj-dQ
Si tuviese más ventajas y menos inconvenientes...
Si el alma se apasionase,el cuerpo se alborotase,
y las piernas respondiesen...
Y del pedazo de cielo reservado para cuando
toca entregar el equipo,
repartiesen anticipos a los más necesitados...
Quizá llegar a viejo sería todo un progreso,
un buen remate, un final con beso.
Si no estuviese tan oscuro a la vuelta de la esquina...
O simplemente si todos entendiésemos que todos
llevamos un viejo encima.
Como parte del tema que está publicado, comparto este enlace que un sobrino muy querido, que corre en serio y por vocación genuina y profunda, me ha enviado.
ResponderEliminarVale la pena escuchar y ver el video.
http://www.youtube.com/watch?v=FMB64p11bxs&feature=related
Que bueno saber que no soy la unica que medita este tema.
ResponderEliminarJajajaja, no, no lo creo... ¡debemos ser unos cuántos!
ResponderEliminarA ver si nos cuentas qué haces tú y cómo te está yendo.