13 de abril de 2012

¿Te gustan las telenovelas? ¡A mí NO!

El otro día llevé a mi hija a la doctora con la que se atiende hace años, y al momento de sentarnos en la sala de espera vi que había, (oh, surprise!) una pantalla LCD en la pared. La innovación me pareció buena, sobre todo porque nunca dejan material de lectura al alcance y como son varios consultorios son muchas las personas esperando. Lo malo es que habían sintonizado un canal de telenovelas que miraban algunas mujeres con gran atención. A mí de sólo darme cuenta me dio ganas de apagar la TV, cosa que, por supuesto, no pude hacer, contentándome con irme con mi hija tan lejos del aparato como pudimos.
Tal vez para muchos de los lectores de este blog eso no parezca racional porque las telenovelas les parezcan atractivas, preciosas, llenas de mujeres guapas y ahora son producciones multimillonarias!!! De hecho me encantaría conocer su opinión al respecto, pero confieso que soy una enemiga acérrima de las telenovelas (culebrones o teleseries) producciones televisivas de inmenso éxito desde hace más de 50 años, cuando recibieron la porta de las “radionovelas” y dirigidas básicamente al género femenino (aunque muchos hombres “se prenden” y no hay quien los haga perderse un capítulo).
¿Cuál es la gracia de las telenovelas? Casi todas se basan en un cliché (un modelo que se repite con pequeñas variantes): Generalmente el galán y la protagonista no son del mismo grupo social (aunque no es regla, generalmente son mujeres pobres que se enamoran de muchachos ricos), pero su amor está amenazado por mujeres malísimas (la palabra “malvada” les queda chica  a estar rufianas archimafiosas que se pasan el día pensando ¿qué nueva maldad le puedo hacer a esta pobre infeliz?) y la mayoría de las veces después de quedarse ciega (siempre sólo temporalmente) o que le roben un hijo o pierda su fortuna y la posibilidad de reencontrarse con su verdadero padre, puede rehacer su relación con el “amor de su vida” que aunque la engañó, la despreció, la insultó y no la ayudó cuando más lo necesitaba, lo perdona porque “el verdadero amor lo perdona todo”.
¿Por qué no me gustan los culebrones estos? Faltaría espacio para expresarme, pero al menos compartiré algunas de las principales razones, y alguna información recopilada al respecto.
1.      Primero, no me gustan nadita porque son extremadamente indiferentes a su compromiso social y son capaces de hacer cualquier cosa con tal de ganar raiting y tener éxito. Poner escenas de alto erotismo ya no es novedad, los temas de infidelidad ya casi son “blancos”, la violencia física y psicológica es cotidiana y la discriminación también. De hecho no les importa que a la gente se la degrade y provoquen que los televidentes se afecten, se acompleje o se alienen completamente, con tal de que el negocio funcione. Y no es cualquier negocio: según Wikipedia “sólo en 1997, las ventas de Televisa por telenovelas fueron aproximadamente 100 millones de dólares y en 2008 las ventas sumaron 400 millones de dólares, sólo un poco menos que los ingresos de la British Broadcasting Corporation de la Gran Bretaña (BBC) y comparable a los 500 millones de dólares en ventas de las estadounidenses Warner Brothers, Paramounty Universal. (…) En los 90, la (TV)Globo vendía un promedio de 30 millones de dólares en telenovelas y la tendencia  aumentaba de 3% anual. Ya en el mercado interno, una novela puede recaudar hasta 200 millones de dólares por concepto de publicidad”. Una sola novela exitosa puede significar para algunos actores ser reconocidos en cualquier parte del mundo.
2.      Segundo, los detesto porque, contra lo que algunos piensan de que “muestran la realidad”, yo creo que estas producciones muestran una “distorsión de la realidad”, una visión totalmente manipulada y alterada, además de grotescamente exagerada, para exhibir de forma preferente lo peor del comportamiento humano, refiriéndonos, claro está, no a psicóticos asesinos en serie o abusadores pederastas, sino a personas supuestamente “normales” pero enredadas en tal maraña increíble de celos, ambiciones, frustraciones, complejos, traumas, sufrimientos y demás “injusticias de la vida”, que tal condensado no se ve ni en un  sanatorio de enfermos mentales.
     3.      Otro de mis reparos está en la capacidad que poseen de provocar que su público se sienta identificado con el personaje central, que generalmente es una “víctima” de la pobreza, la discriminación, el amor no correspondido, y un laaargo etcétera, inyectando en el cerebro de las mujeres ese complejo de “qué puedo hacer si la vida me trata así”, “¿por qué la vida es tan injusta conmigo?”, en lugar de sacudirlas y hacerles ver que la vida no es justa ni injusta pero que uno es básicamente lo que decide hacer a partir de sus circunstancias. Nuestra vida depende de nuestras decisiones, no de la “suerte”. 
     4.      Si hay algo que me bincha el hígado y me pone muy colérica, es que las novelas te inducen a creer que con un poco de suerte podrías tener tu cuento de hadas: sólo tienes que esperar a que llegue tu príncipe azul y toda tu vida estará resulta. Esta visión simplista y poco adaptada a la realidad es la causante de una visión distorsionada de la vida y las relaciones que termina en hijos no deseados, abortos, matrimonios inviables o deshechos, y una gran dosis de abuso doméstico, por mencionar sólo algunas consecuencias de creer que el círculo es cuadrado. Pero lo más triste es que esas idioteces de pseudoromanticismo se las mete la gente en la cabeza con sólo accionar el control remoto, sin necesidad de que otro haga el trabajo. No estaríamos hablando de abuso sino de autogol.
5.      Y también me revienta que por los millones de televidentes que tienen en tantos países son consideradas “patrimonio de la cultura latinoamericana”, como un símbolo de nuestra falta de educación y nuestra incapacidad de generar alternativas de esparcimiento que no muestren a las mujeres como idiotas y les enseñen a valerse por sí mismas sin hacer que sus vidas giren en torno a un hombre, y donde pareciera que la belleza fuera el único atractivo que puede tener una mujer. ¿Alguna protagonista es poco agraciada? Y no me hablen de Betty la fea, que al final estuvo para campeonato!!!

6.      Como publica Alejandra Matus, citando al profesor Mario Diament, profesor y director del Programa de Maestría de la Escuela de Periodismo de la Universidad Internacional de la Florida,  (http://www.latinamericanstudies.org/culture/telenovelas.htm) ``lo peligroso de las telenovelas es que crean estereotipos. No es que estimulen 
la violencia, pero, al presentar ciertas conductas como normales, las legitiman''
. Y eso se aplica a las reacciones de los jóvenes (trato grosero y violento, ausencia de valores) , a su lenguaje agresivo y las reacciones violentas y amaneradas,  a patrones que pertenecen a un contexto muy determinado y la gente adopta como si nada, a las relaciones de los padres con los hijos,  a su deseo de parecerse a tal o cual artista (que está de lo lindo gozando en su casita con los millones que gana mientras uno se hizo la vida de cuadritos para que se pareciera a la de la tele), a las decisiones de las mujeres en el interno de la pareja (con o sin papeles) “porque eso ya lo vi en la tele así que te cuento que ahora yo voy a …”, y mucho más.  Es cierto que hay más sexo y violencia en los noticieros o en otras series, pero al menos no son espacios que se suponen “lights” y por lo tanto uno los ve con “precaución”…
7. Como dice la Dra.Beatriz Torres, al analizar el fenómeno en Cuba, (http://www.mujeres.cubaweb.cu/articulo.asp?a=2012&num=586&art=22) «ciertamente y de manera general, la telenovela pone puntos a discusión, y quizá de diálogos, entre los televidentes. Claro que en la vida no todo es blanco o negro, hay gradientes de colores sin extremos. Quizás, quienes hicieron esta serie colocan tales ambientes excesivos para que la gente reflexione, debata, analice. De ahí mi criterio de que no deban ocultarse verdades de ningún tipo. Porque en nuestra realidad, las personas se siguen enamorando, los jóvenes galanteándose, hogares viviendo de manera decorosa, que sin estar ajenos a los conflictos, encuentran soluciones favorables». Es decir, no debemos concentrarnos en la mugre, sino en el esfuerzo por la limpieza ¿no crees?
8.      ¿Necesito más razones? Espero que no, pero estoy abierta al diálogo.
He de decir que entiendo que una persona (hombre o mujer) desee liberarse de sus frustraciones, sus tristezas y sus problemas, embutiéndose en una ficción de TV que te de algo de romance o ilusión, ok, pero…¡¡¡que al menos no sea para embrutecerte!!!!
Por favor, que hay mucho para ver en un canal de TV que no sea un culebrón que te deja alienada y ni cuenta te das… (salvo mejor opinión)...

2 comentarios:

  1. bueno... Aunque podría rescatar alguna que otra brasilera como Felicidad... y alguna colombiana original como Betty la fea!... Todas las mexicanas anuladas ....a mi no me hace creer nada... Sólo me entretiene el poco tiempo que tengo para super descansar... Y eso no significa que no vea los documentales de discovery, H&H, animal planet... Etc.... Es cuestión de relax....

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    1. Estoy de acuerdo contigo, yo también veo algunos programas muy ligerones, pero en primer lugar ahora son un sólo de desnudos, situaciones de infidelidad (con cama incluida, claro está) sexo casual por todas partes, y todas las inmoralidades que se puedan inventar.
      De otro lado, no todo el mundo puede discriminar qué es ficción y qué puedo esperar que se repita en la realidad de mi vida. Pienso que el problema principal de los culebrones es su capacidad para convencer a las masas poco formadas de que esas historias estereotipadas y ridículas se pueden hacer realidad...
      ¿No te parece tremendamente alientante para países que requieren más educación no estupidización?

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