24 de abril de 2013

La efímera felicidad de un peatón

Hace unos días estuve en Buenos Aires, Argentina, y disfruté una gran e inesperada experiencia: la de ser peatón. Y lo digo porque fue un placer indescriptible, viniendo de un país con un sistema de transporte público más que desordenado, caótico, y además prepotente y bullicioso e ineficiente, disfruté a rabiar de dos aspectos del sistema argentino: el orden del servicio de transporte público, y el respeto al peatón. Para quienes no entiendan la cosa, paso a explicarla con detalle.
En Lima, Trujillo, Piura, o casi cualquier ciudad del Perú, el automovilista es una especie de rey sin corona o de James Bond, con licencia para matar, mientras que los peatones son sujetos que "invaden" la ciudad sólo para obstaculizar a los automovilistas. Mejor dicho, el que va delante del volante tiene todos los derechos y el que está a pie es una especie de ciudadano de segunda categoría que debe saber caminar, correr y por momentos volar, si quiere llegar de una pieza a su destino.

La situación por momentos es verdaderamente difícil, si hablamos de ir en un microbús lleno de pasajeros... que está retrasado dos minutos, según sus controles internos y muy particulares, referidos a la distancia con los vehículos de la competencia que transitan por la misma ruta. El chofer correrá, se pasará semáforos en rojo, y arrancará la marcha, raudamente, con pasajeros que recién han puesto un pie en el primer escalón, con tal de reducir esa diferencia de tiempo que, supuestamente, le hace perder pasajeros. La seguridad es cosa secundaria y el bienestar de los pasajeros, algo desconocido. Sobre el peatón, para un chofer de microbús, más conocido como microbusero, es alguien que se interpone en su camino y que a veces hay que "tratar" de no atropellar.
En realidad, el tema del respeto al peatón, es de los automovilistas en general, pues los conductores, públicos o privados, ignoran al público, dominados por esta sensación de tener el derecho de pase en cualquier situación o circunstancia. Pongamos el caso en que por distintos sentidos convergen en la misma esquina un automóvil  y un peatón y llegan a cruzarse, de modo que uno deba darle el pase al otro, el automovilista no duda ni por un segundo que el derecho es suyo... porque...¡¡él es quien está en un auto!!,  mientras que el peatón a su vez  tiene claro su nivel inferior en cuanto al derecho, y sabe que debe cuidarse mucho y no pretender ingresar a la pista, salvo que se arriesgue sufrir un atropello.
Por todo ello, en los días pasados en Buenos Aires, gocé de sentirme un ser humano con prioridad sobre las máquinas, merecedor de respeto, pues cuando me pasaba lo mismo, el conductor del automóvil paraba su vehículo y cedía el pase. Y me pasó en varias ocasiones, por lo tanto sé que no fue casual. Una verdadera maravilla....
De otro lado, durante mi estancia pude usar los medios de transporte público, colectivos, como le llaman a los buses, y subterráneo, con facilidad y eficiencia, con las indicaciones que recibimos en el hotel y la tarjeta respectiva (SUBE). El transporte es eficiente, seguro, ordenado, sin cobradores que a voz en cuello griten al mundo la ruta de su unidad con gritos que , unidos a los de otros en similar función, logran generar un nivel de caos sonoro significativo, ni con combis que circulan por la ciudad como si fueran bicicletas por el parque, llevándose por delante a cualquier incauto que no los vea venir como alma que lleva el diablo.
No, nada de gritos ensordecedores ni de maniobras arriesgadas, frenadas salvajes o microbuses compitiendo entre sí como si se tratara de la final del Fórmula 1. Nada de eso. El orden, la seguridad y la respetabilidad fue algo delicioso en extremo.
En el subte, por ejemplo, no hay controladores, pues todo el mundo, o casi todo, pasa ordenadamente y usa su tarjeta para poder ingresar al servicio, de manera calmada y civilizada, aun que a horas punta es muy congestionado, se cruza la ciudad en minutos por un costo más que módico y eso es un beneficio innegable. Aunque entre la línea A y las demás hay una diferencia, en la presencia de sus unidades, por ejemplo, y el grafitti invadió el exterior de muchas de ellas, todo defecto parece poco para quien no tiene nada.
Es cierto que hay iniciativas normativas en este sentido, como una modificación al Reglamento de Tránsito que incorporaba un Código del Peatón, que emitió el Ministerio del sector unos meses atrás (ver http://elrincondelakatarsis.blogspot.com/2010/09/cosas-que-solo-pasan-en-el-peru.html) sin embargo, el asunto no pasa sólo por normar y decir de quién es la culpa, sino que es un tema para abordar por diversas direcciones, cubriendo una extensa área de temas no atendidos a través de las últimas décadas. Es cierto que muchas veces los peatones son imprudentes (y a veces llegan a la temeridad suicida) pero es también cierto que el caos no facilita la educación vial, que la prepotencia no ayuda a sembrar valores y conductas de orden y respeto, y que es una frescura pedirle al peatón que comience a respetar cuando el conductor de un vehículo vive sometiéndolo por el sólo hecho de tener supremacía física (el peatón no lo puede atropellar).
Hoy en día, muy lejos de poder tener un subterráneo, que la capital del país pide a gritos, la alcaldesa de Lima, Susana Villarán, ya tiene entre manos un proyecto serio para ordenar el tránsito limeño, proceso en extremo difícil y conflictivo, ya que pasa tanto por la renovación de las unidades de servicio público, el uso de paraderos, y un cambio radical en el estilo y la  mentalidad de los implicados, tanto detrás del volante como delante de él. La cosa no es fácil y a la fecha le viene costando, entre otras cosas, haber sufrido una revocatoria que, gracias a la comuna, no prosperó.
Según una nota de RPP, Villarán viene manifestando su apoyo  al ministro del Ambiente, Manuel Pulgar Vidal, en su total oposición a la iniciativa de ley de la Comisión de Transporte del Congreso, que pretende permitir nuevamente la importación de autos usados y con timón cambiado al país. "Lo que menos necesita nuestra ciudad son automóviles particulares. Primero el peatón, después el ciclista, en tercer lugar el transporte público de pasajeros (...) y luego el transporte privado" indicó. ¡Bravo! Por fin alguien que pone las cosas en su sitio.
El problema, es que esta reforma choca con muchos intereses económicos de los transportistas, que tendrían que acatar normas, invertir en unidades adecuadas y menos contaminantes, y adecuarse, en mil y un aspectos, a un sistema que los ordene y regule. Y como a la fecha son dueños del mercado sin mayor coto, la cosa es harto áspera, pero esperamos culmine con éxito.
Al respecto una encuesta que publica América TV en su portal, indica que el 83% de encuestados afirman estar "encantados" con la reforma del transporte, 6% dicen que "les importa" y un 11% se sienten "indignados" con la misma (asumo que en este grupo están los dueños de microbuses o sus familiares y entenados). La esperanza es que si la reforma se inicia con Lima, repercutirá en las provincias.
En fin, de vuelta a mi terruño salí a la calle y de inmediato me ubiqué en mi tierra, pues me encontré con microbuseros temerarios, cobradores con sus gritos destemplados y todo el caos habitual. Me pregunto si llegará un día en que encontrar un panorama de orden y eficiencia en el transporte público podrá darme la sensación de... estar en casa.

1 comentario:

  1. . COMO DESARROLLAR INTELIGENCIA ESPIRITUAL
    EN LA CONDUCCION DIARIA

    Cada señalización luminosa es un acto de conciencia

    Ejemplo:

    Ceder el paso a un peatón.

    Ceder el paso a un vehículo en su incorporación.

    Poner un intermitente

    Cada vez que cedes el paso a un peatón

    o persona en la conducción estas haciendo un acto de conciencia.


    Imagina los que te pierdes en cada trayecto del día.


    Trabaja tu inteligencia para desarrollar conciencia.


    Atentamente:
    Joaquin Gorreta 55 años

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