7 de junio de 2011

Tras las elecciones... ¿qué nos queda?

El proceso electoral en el Perú terminó y tenemos un nuevo Presidente, el señor Ollanta Humala. Hayamos votado por él o no, es la realidad que nos abarca a todos los que nacimos y vivimos sobre esta tierra.  Desde este humilde blog me abstuve de realizar publicaciones alusivas (más allá de un gráfico que ya saqué pues cumplió su cometido) puesto que no es un blog político sino de reflexión y encuentro, de propuestas y análisis social, de temas de vida, por decirlo así, y si bien toda campaña electoral es por esencia un poco “apabullante”, ésta fue “asfixiante”. En la primera vuelta fue un mar de contenidos y declaraciones de los activistas de los muchos partidos, y en la segunda, los golpes bajos que salían en ambas direcciones con dardos envenenados, no sé si de curare o de fugu concentrado.

Sin embargo,  en otro tipo de plataforma, como el facebook, por ejemplo, sí tuve mucha actividad poniendo mi granito de arena a favor de la opción que me pareció mejor, dada la coyuntura, pero con resultados un poco tristes en el aspecto de la polarización social que se generó. ¿A qué me refiero? A la escasa capacidad que tenemos las personas de debatir puntos de vista, económicos, sociales o políticos (por lo mencionar lo religioso) sin afectar nuestra percepción del otro. Es algo así como: “yo te estimaba mucho antes pero ahora que sé por quién vas a votar… ya no te estimo igual”. Ha sido muy triste y decepcionante que no podamos hablar de diferentes enfoques y modos de decidir, sin que eso afectara las relaciones interpersonales. Hubo quien quería eliminar de su lista de contactos a “tanto resentido social que se atribuyen a ellos el triunfo de Humala” y otros que anunciaron salir del país si el triunfo se daba, cosa que, además, daban como supuesto negado  pues era demasiado para su imaginación limitada a las posibilidades que la derecha permite. El constante rumor de las influencias chavistas fue un temor de muchos, y con bases que no se pueden ignorar y que no ignoro, pero que, quienes creemos que había que escoger entre algo posiblemente malo y algo de seguro malo, hemos tenido que dejar de lado mientras rezamos para sean sólo eso, rumores.

Con la caída de la Bolsa de Valores del lunes que siguió a la elección, donde muchas acciones y bonos perdieron su valor (temporalmente, según quienes saben más de estas cosas, y según el crecimiento que ya se observa http://www.rpp.com.pe/2011-06-07-bolsa-de-valores-de-lima-se-recupera-rapidamente-de-caida-del-lunes-noticia_373097.html) en el facebook encontré desde mentadas de madre hasta muy creativos insultos  y comentarios sarcásticos para quienes se “atrevieron” a dar un voto sin ser “empresarios ni haber arriesgado” su dinero (cómo si tener un capital para invertir, y ganar dinero con ello, fuera el máximo valor en el mundo, y no valiera lo mismo el trabajo honesto, el esfuerzo cotidiano de los que no tienen ese capital).

Desde una perspectiva sociológica y hasta psicológica, el tema fue interesante, pues mucha gente aprovechó para “escupir” más que decir las cosas, y se han dejado notar aspectos muy diversos en gente que hasta ese entonces estaba libre de toda sospecha, manifestándose desde temores subterráneos y gran inseguridad en quienes no se esperaba, hasta actitudes muy discriminatorias en quienes jamás se sospecharían. En fin, una suma de rastros de nuestra precaria humanidad que, cuando se desnuda, nos brinda más de una sorpresa.
Una de las conclusiones, es que vivimos en una sociedad en la que predomina la miopía y el egocentrismo  centrado en el tema de “mi dinero es mi principal preocupación”. En estos días y dados los recientes hechos, alguien debe haber hecho mucho dinero vendiendo pastillas para el hígado.

Este es un post un tanto desalentado, a decir verdades, porque va más sobre ese tema que sobre los resultados en sí. Ha sido una experiencia dolorosa constatar lo dicho líneas arriba, entre mi círculo de amigos y en otras esferas también, pues es un proceso verificado que se ha dado a lo largo y ancho del país y en quienes están más allá de nuestras fronteras. No sé a ciencia cierta si la inmediatez y cercanía que ofrecen las redes sociales (con las limitantes del lenguaje escrito que a veces no todos manejan adecuadamente para poder expresar correctamente las ideas) fue un punto a favor o en contra. La verdad creo que fomentó más la beligerancia que la exposición de ideas, más el enfrentamiento que el análisis que este tipo de situaciones requieren. Pero lo que quedó claro, es que a la gran mayoría le interesa lo que tiene en su billetera o cuenta bancaria a fin de mes y se acabó la discusión. Yo podría entender eso de quienes menos tienen, pues razonan con el hambre de sus hijos y sólo pueden mirar a un cortísimo plazo (qué comerán mañana) pero es frustrante ver lo mismo en quienes tienen recursos y pueden darse el “lujo” de mirar más allá y acordarse de que hay otros peruanos a quienes el Estado también debe atender, aunque sea, en el último de los casos, no por principios, sino como objetivo económico, porque ayudarán a conformar un mejor mercado, y permitirán un país equilibrado en el que no renazca el terrorismo. Salvo que esté mal en mi análisis y el tener a millones muertos de hambre y nuevamente bombas a discreción sea negocio por algún lado.

En cuanto a las redes y demás, ojalá aprendamos a  ser más respetuosos  en el uso del lenguaje, que se utiliza con ligereza y sin el menor cuidado, como si ser grosero fuera un “plus” social, aunque en lo personal creo que  agita las aguas innecesariamente. En general, espero que logremos desarrollar un poco de tolerancia antes las posturas distintas, ante las opiniones opuestas, que en la aceptación del otro vamos sembrando una sociedad inclusiva, civilizada. De no hacerlo, sin importar nuestro manejo económico o el gobierno de turno, estaremos regresando a una etapa primitiva del género humano, aunque manejemos autos de año mientras insultamos  vía blackberry.

2 comentarios:

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  2. Realmente es importante aprender a dialogar o incluso discutir, sobre ideas, sin que nuestra parte afectiva se vea amenazada, mucho menos nuestra autoestima. No sé cómo hacen en otras latitudes, como Europa, pero esta experiencia ha sido, desde mi perspectiva, preocupante. Ya pasaron las elecciones... pero el las redes sigue corriendo la bilis en una dirección y la inquina en la opuesta.
    Como dijo un economista renombrado, en una entrevista, cuando le preguntaron cómo podía decir que tenía buenos amigos en el bando contrario: "las elecciones pasarán, los amigos quedan"...

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