La discriminación es, posiblemente, una de las agresiones que marca de forma más profunda al ser humano, aunque tal daño no deje huellas externas. Creo que todos, de una u otra forma, nos hemos sentido discriminados en algún momento por alguna circunstancia, sea económica, social, racial, o incluso grupal, lo que sucede mucho en la infancia: “tú no eres de nuestro grupo”. Sin embargo, lo que para muchos es algo que se supera con el tiempo y la madurez, para un gran número de seres humanos, aquí y en la China, impide el desarrollo de una autoimagen libre y dispuesta a la felicidad, relegándola a vivir esclavizada del dolor amarrado al recuerdo de la vejación sufrida.
Un lugar de encuentro para quienes se cuestionan temas de vida y sociedad; un espacio para compartir esperanzas, frustraciones, sueños y aquellas cosas que nos muestra la vida cada día...
21 de febrero de 2011
6 de febrero de 2011
¿Dónde está la felicidad?
Después de haber dejado un trabajo que amaba, pero que dejó de ser estimulante, aunque económicamente era bueno, pasé a uno espectacularmente estresante, aunque me daba muchas satisfacciones. El trabajo era bueno pero mi stress se elevó muchísimo, y mi vida se volvió algo muy angustiante. Ese cambio me permitió analizar mi decisión anterior y ver que había sobrevalorado la necesidad de autorealización, pues cuando el stress domina tu vida, te hace valorar la calma y la quietud. Pero cuando el dinero falta todo parece menos importante.
Dejé el stress y hoy trato de mantenerme con una actividad independiente, de la que ya no espero placer ni disfrute sino sólo un ingreso sostenido y suficiente, sin embargo tiene una relativa cuota de tensión y aún aporta sólo una pobre recompensa material. De hecho nace una reflexión que me lleva a la pregunta: ¿Qué debe hacerme feliz?
Muchas personas realizan diversas labores sin que su realización personal se vea comprometida, sólo es un modo de ganarse la vida, y su disfrute personal es ajeno a ello, sin embargo eso parece no poder sucederme a mí. ¿Es así para todo el mundo? El tener a mi familia sana, creciendo a mi lado, sería suficiente para muchos, pero parece que no me alcanza. ¿Existe una pastilla para que eso cambie?
En escritos que abundan, tanto en libros como en la red, se motiva a la gente a luchar por “sentirse realizada” haciendo lo que a uno le gusta y con la obligación de perseguir sus sueños contra todo y todos. Sin embargo pareciera un privilegio reservado a unos pocos, como una casa con piscina. A veces me parece que la tan promocionada “autorealización” es sólo una utopía, una ilusión, de la que sólo hablan actores famosos, artistas, científicos ilustres y uno que otro fanático del trabajo que termina dueño de un emporio. ¿Es así? ¿Es correcto aspirar a desarrollar una actividad no sólo porque me provea de alimento sino porque justifique mi vida o mi forma de ser o sentir?
¿Es la felicidad la autorealización, sea ella lo que cada quien supone que debe ser?
2 de febrero de 2011
Fujimori en el Paraíso (por César Hildebrandt)
No suelo escribir o publicar artículos de política, salvo excepciones que lo ameriten. Una de ellas es este artículo de César Hildebrandt, que tiene méritos de sobra. Como siempre, se reciben comentarios.
Escucho a Alberto Fujimori describir su paraíso de opio y compruebo que gente como él sólo puede prosperar en un país que tiene a un 40 por ciento de ciudadanos a los que les da lo mismo –lo dicen reiteradas encuestas- si los rige una democracia o una dictadura.
O sea que en el Perú hay un 40 por ciento de ciudadanos que casi aspiran a no ser ciudadanos y que quieren ser, a veces con fervor, vasallos tristes y alegres siervos de la gleba.
Detrás del Fujimorismo está la capacidad de sumisión y la arrolladora ignorancia que lastiman el alma del Perú.
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