El título es medio simplón, pero trata de expresar, de un modo muy pobre, estoy segura, el sentimiento que me invade. Soy muy mala para estos tiempos de fiesta, no salgo a ningún lado y siempre me quedo con las ganas de hacer algo pero sin hacer nada, tal vez por eso tiendo a valorar más el aspecto de la reflexión implícito que la juerga potencial.
Todo inicio trae oportunidades y requiere a cambio un poco de análisis, la evaluación de una situación y unas posibilidades. Eso es para mí el fin de un año.
Aquí estamos y somos los mismos, ni más sabios ni más lindos. Muchos amanecerán igual que siempre pero un buen sector lo hará con un poco de resaca y otros al lado de alguien que no esperaban que estuviera ahí. Al muchos el sol los saludará tras unas rejas otros en la habitación de un hospital. Tal vez el año nuevo sea intrascendente para quienes están secuestrados o quienes visten un uniforme militar y están destacados en tierras extrañas, en contra de sus deseos, la más de las veces. Y no hay mucho que hacer para cambiar eso.
Lo que sí podemos es tomar el detalle del calendario como una oportunidad para mejorar aquellas cosas que detectamos como mejorables, que siempre las hay, y tratar de ser un poco más aquello que sea un valor personal para cada quién.
Comienzo por hacerme el propósito de postear más seguido y disculparme con todos por la ausencia que sólo es culpa de mi entrega al trabajo (que me da de comer) en lugar de al placer (que me da escribir aquí). Con casi tres mil visitas me siento obligada a mejorar mi performance.
Ustedes dirán si tienen mejores propósitos...
Para todos:
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