
Pese a sus tremendas limitaciones, la pequeña aprendió a vivir con ellas y no perdió el entusiasmo por la vida, llegando a destacar en los estudios.En su escuela, en Luliang, sus compañeros la ayudaban a salir de la bola para ubicarse en su humilde carpeta y luego nuevamente a entrar en ella para poder ir rebotando al recreo o a su casa. Tiempo después una donación permitió que se le otorgue un par de piernas ortopédicas especiales con las cuales inició un proceso de rehabilitación. El empuje de esta pequeña es de tal magnitud que hasta aprendió a nadar, pese a no tener piernas con qué patalear.