
Fuera de los borregos que nunca faltan, esos que siguen dando palmas a cualquier "líder" político sin cuestionar sus valores ni su conducta y son un ciego que no quiere ver las abrumadoras pruebas de su culpabilidad en delitos desde el robo y la corrupción hasta el asesinato, la población quedó verdaderamente anonadada con la noticia de que Alan García, el ego más grande de la historia peruana contemporánea, el que se reía de todo y de todos, el bipolar, el que pasaba de cautivar a las masas a patear en el trasero al pobre ingenuo que se atreviera a ponerse delante de él en un desfile, tapándolo sin querer, el que disponía matanzas ilegales y salía libre de polvo y paja... ése Alan... ése al que conocíamos bien, se había disparado en la cabeza. ¿Qué? ¿es una broma? ¡¡Alan no es de los que se matan!!